A iniciativa de procura de intelixencia extraterrestre (SETI) leva rastrexando os sinais doutros seres no espazo desde fai catro décadas. Con prácticamente nulos resultados, en verdade. Agora, pese aos inquietantes avisos de Hawking, pretenden non só poñer a «orella» en busca dun «ola» do máis aló senón ademais, facendo caso omiso aos alarmismos, enviar sinais desde a Terra que poidan desvelar a nosa posición, un programa chamado «active SETI».
As implicaciones éticas e sociolóxicas desta proposta foron analizadas por un neuropsicólogo da Universidade de Cádiz, Gabriel G. da Torre, que participa en proxectos como Mars 500, segundo informa a axencia SINC: «Pódese tomar unha decisión así en representación de todo o planeta? Que sucedería si ten éxito e ?alguén? recibe o noso sinal? Estamos preparados para un contacto dese tipo?».
Para responder a estas preguntas, o profesor enviou un cuestionario a 116 estudantes universitarios de EE.UU., Italia e España. Quería valorar os seus coñecementos de astronomía, a súa opinión sobre o lugar que as cousas ocupan no cosmos e os seus idearios relixiosas, como, por exemplo, si creen que Deus creou o Universo.
Os resultados, que publica revístaa Acta Astronautica, indican que, como especie, a humanidade aínda non está preparada para tratar de contactar activamente cunha suposta civilización alienígena, informa o SINC, xa que faltan coñecementos e preparación entre a poboación en xeral. Por este motivo, Da Torre recomenda aos investigadores de SETI que busquen estratexias alternativas.
«Este estudo piloto vén demostrar que o coñecemento que o público xeral de certo nivel educativo ten do cosmos e do noso lugar nel é aínda escaso, polo que se debe promover máis unha consciencia cósmica ?onde a nosa mente sexa cada vez máis consciente da realidade global que nos rodea? a través da mellor ferramenta da que dispoñemos: a educación», explica o profesor á axencia científica. «Neste sentido, fainos falta un novo Galileo que abra este camiño».
Dos cuestionarios, que pronto estarán dispoñibles en liña para todo o mundo, dedúcese que os universitarios e o resto da sociedade descoñecen moitos aspectos astronómicos. Tamén se revela que a maioría da xente xulga estes temas segundo a súa crenza relixiosa e, sorprendentemente, que confiaría nos políticos no caso de que houbese que resolver unha gran crise a escala planetaria.
«En canto á nosa relación cunha posible vida intelixente extraterrestre, non deberiamos basearnos en referentes morais de pensamento, xa que estes patróns están moi influídos pola relixión. Por que uns seres máis intelixentes deben ser ?bos?», engade o investigador, quen considera que este asunto non debería ser monopolizado polos científicos: «Trátase dun tema global cun forte compoñente ético no que participamos todos»n la tercera fase», de Steven Spielberg
El famoso astrofísico británico Stephen Hawking lanzó hace ya cuatro años una inquietante advertencia. Aseguraba que la humanidad debe hacer todo lo posible para evitar el contacto con una posible civilización extraterrestre,
si es que existe y alguna vez damos con ella. «Sólo debemos mirarnos a
nosotros mismos para ver cómo la vida inteligente puede convertirse en
algo que no quisiéramos conocer», señalaba en una serie documental de la
cadena televisiva Discovery Channel. El científico cree que las
intenciones de los alienígenas que se nos acerquen serán las de colonizar y conquistar, posiblemente en busca de nuevos recursos.
La iniciativa de búsqueda de inteligencia extraterrestre (SETI)
lleva rastreando las señales de otros seres en el espacio desde hace
cuatro décadas. Con prácticamente nulos resultados, a decir verdad.
Ahora, pese a los inquietantes avisos de Hawking, pretenden no solo
poner la «oreja» en busca de un «hola» del más allá sino además,
haciendo caso omiso a los alarmismos, enviar señales desde la Tierra que puedan desvelar nuestra posición, un programa llamado «active SETI».
Las implicaciones éticas y sociológicas de esta propuesta
han sido analizadas por un neuropsicólogo de la Universidad de Cádiz,
Gabriel G. de la Torre, que participa en proyectos como Mars 500,
según informa la agencia SINC: «¿Se puede tomar una decisión así en
representación de todo el planeta? ¿Qué sucedería si tiene éxito y
‘alguien’ recibe nuestra señal? ¿Estamos preparados para un contacto de
ese tipo?».
Para responder a estas preguntas, el profesor envió un
cuestionario a 116 estudiantes universitarios de EE.UU., Italia y
España. Quería valorar sus conocimientos de astronomía, su opinión sobre
el lugar que las cosas ocupan en el cosmos y sus idearios religiosas,
como, por ejemplo, si creen que Dios creó el Universo.
Los resultados, que publica la revista Acta Astronautica, indican que, como especie, la humanidad todavía no está preparada para tratar de contactar activamente con una supuesta civilización alienígena,
informa el SINC, ya que faltan conocimientos y preparación entre la
población en general. Por este motivo, De la Torre recomienda a los
investigadores de SETI que busquen estrategias alternativas.
«Este estudio piloto viene a demostrar que el conocimiento
que el público general de cierto nivel educativo tiene del cosmos y de
nuestro lugar en él es aún escaso, por lo que se debe promover más una
consciencia cósmica –donde nuestra mente sea cada vez más consciente de
la realidad global que nos rodea– a través de la mejor herramienta de la
que disponemos: la educación», explica el profesor a la agencia
científica. «En este sentido, nos hace falta un nuevo Galileo que abra este camino».
De los cuestionarios, que pronto estarán disponibles on
line para todo el mundo, se deduce que los universitarios y el resto de
la sociedad desconocen muchos aspectos astronómicos. También se revela
que la mayoría de la gente juzga estos temas según su creencia religiosa
y, sorprendentemente, que confiaría en los políticos en el caso de que
hubiera que resolver una gran crisis a escala planetaria.
«En cuanto a nuestra relación con una posible vida inteligente extraterrestre, no deberíamos basarnos en referentes morales de pensamiento,
ya que estos patrones están muy influidos por la religión. ¿Por qué
unos seres más inteligentes deben ser ‘buenos?», añade el investigador,
quien considera que este asunto no debería ser monopolizado por los
científicos: «Se trata de un tema global con un fuerte componente ético
en el que participamos todos»
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